viernes, 5 de agosto de 2011

Alcaravanes: los reyes de la charca.



Soy consciente que el título puede dar lugar a confusiones, y por eso comienzo aclarando las cosas: con lo de “reyes” no me refiero a las connotaciones que tal palabra suele llevar aparejadas, como poderío, dominio, autoridad o fuerza. No. Me estoy refiriendo más bien a otros aspectos como energía y vitalidad, y sobre todo al hecho de que sus a frecuentes movimientos erráticos, alternados con grandes momentos de calma, y hasta sus bufonadas momentáneas, los convierten en protagonistas indiscutibles para el fotógrafo que apostado junto a la charca, en el interior del hide, pasa como puede las largas horas de la tarde veraniega, mitigando el sofocante calor a base de agua y sudores.




Pueden ser muchas las aves que acuden a la charca para saciar su sed, desde las de pequeño tamaño como Cogujadas, Terreras o Calandrias, hasta otras mayores como Perdices o Sisones. Desde las más vistosas y desconfiadas como Gangas y Ortegas hasta las majestuosas Avutardas. Desde las que nos entretienen durante horas como Andarríos y Chorlitejos, hasta las que llegan de forma súbita y se marchan de igual manera como Aguiluchos Cenizos. Desde las silenciosas Canasteras a las bulliciosas Cigüeñuelas y Garcillas. Todas estas aves pueden ponerse delante de nuestro teleobjetivo cualquier tarde de verano en La Serena y hacernos pasar muy buenos ratos, pero cuando la tarde avanza y llegan los Alcaravanes, generalmente un poco antes de la caída del sol, son estas aves las que acaparan nuestra atención, a los que nos entregamos por completo, y los que dejan en nuestra memoria el último recuerdo de la jornada.



Aunque su plumaje no es para nada llamativo, otras características anatómicas compensan lo discreto de este, como son sus grandes ojos de color amarillo, su pico largo y fuerte de color negro y amarillo en la base, sus largas patas también amarillas, y en general una fisonomía esbelta inconfundible, que unida a sus súbitos correteos momentáneos, nos recuerda al rebelde correcaminos de los dibujos animados.
Otra de las facetas que sorprende en el Alcaraván son sus hábitos crepusculares. Son aves que intentan pasar la mayor parte del día inadvertidas, valiéndose para ello tanto de su plumaje críptico como de la inmovilidad; pero cuando el sol está bajo en el horizonte, entran en movimiento, y cuando las sombras empiezan a reinar desarrollan todo su potencial, emitiendo una gran cantidad de sonidos que alegran las noches del llano.
Aunque es un ave típica de los llanos desarbolados no selecciona hábitats específicos en los que desenvolverse, y por tanto puede vérsele tanto en llanuras con vegetación herbácea como de tipo arbustivo (retamares, aulagares, brezales) siempre que estos no sean demasiado densos. También frecuenta olivares, viñedos incluso dehesas aclaradas. En algunos llanos que han sido forestados se les sigue viendo entre árboles que alcanzan una altura de más de dos metros. Incluso hay citas de nidificación en playas. En otra ocasión hablaremos de los nidos y la reproducción en general, que como es obvio son cuestiones que se alejan de mi intención de mostrar su comportamiento en las charcas durante el verano.



Lo habitual es que si durante el día vemos algún Alcaraván, este no esté solo, sino que forme parte de una pareja. Si es durante la Primavera tardía o el Verano, es posible que veamos cuatro juntos (más raramente tres), ya que se trata de la pareja más los hijos jóvenes, los cuales presentan un plumaje similar al de los adultos. Sin embargo conociendo los lugares precisos, y a una distancia prudencial, es posible ver importantes concentraciones de estas aves que pasan las horas diurnas descansando, en lo que podríamos llamar “descansaderos”, porque no son realmente dormideros, ya que son lugares en los que estas aves pasan la mayor parte del tiempo en quietud, pero no se les observa durmiendo. ¿Cuándo lo harán?



Por lo que respecta a su alimentación, esta la componen sobre todo lombrices de tierra, insectos (en La Serena principalmente ortópteros) y larvas de diferentes coleópteros. Una dieta bastante hidratada, aunque las temperaturas de 40º y superiores que se dan en Extremadura durante el verano hacen necesario el consumo de agua adicional, no sólo para evitar la deshidratación sino para refrescarse.
Las últimas luces del día se retiran. La noche comienza a campar con toda su plenitud. Es imposible hacer fotografías decentes y decidimos que ha llegado el momento de abandonar el hide de la charca. Sin embargo los Alcaravanes siguen con sus correteos, sus movimientos oscilantes de cabeza, sus gritos y su combinación de ajetreo y reposo. Nos vemos obligados a quedarnos un poco más… pero resulta divertido.