lunes, 28 de noviembre de 2011

FESTIVAL DE LAS GRULLAS 2011


Con estas imágenes os animo a participar en la tercera edición del Festival de las Grullas, que tendrá lugar el próximo domingo 4 de diciembre, en el Parque Periurbano de Moheda Alta (junto a la carretera de Ovando a Guadalupe).





miércoles, 16 de noviembre de 2011

Azor Aragonés y Carroñeros Leridanos, y III



Tras la salida del hide de La Terreta nos pusimos en marcha hacia Jerry de la Sal, donde habíamos quedado con Jordi Canut, uno de cuyos hides queríamos utilizar al día siguiente. Nos reunimos en Casa Tomás donde además de degustar una buena cenar pasamos la noche. Las referencias que tenía del trabajo de Jordi Canut con los hides para Quebrantahuesos venían de distintos fotógrafos alemanes, y eran todas excelentes; “el lugar más seguro para hacer fotos de Quebrantahuesos”, me decían. Y la impresión que tuve después de la primera conversación con él no solo confirmó esas referencias sino que las superó con creces. Además de Quebrantahuesos hablamos de su trabajo en defensa de los Urogallos, y tanto esos trabajos como el ajetreo al que se veía que estaba sometido, me pareció identificar a un hombre altamente comprometido con la conservación (y me recuerdó a alguien de La Serena).







A la mañana siguiente nos encaminamos hacia Buseu. Nos encontramos allí con los inquilinos del otro hide (pues hay dos) que habían pasado la noche en una preciosidad de casa restaurada por Jordi, y que sirve tanto para alojamiento de los grupos de personas que acuden a fotografiar u observar a los corroñeros, como de sede para ACU (la Asociación para la Conservación del Urogallo). Tuvimos la oportunidad de observar el comedero gracias a una cámara de vigilancia, y recibir explicaciones sin tener que dar vueltas sobre el terreno. Una gran idea. Bastante costosa, diría yo, pero genial.





A media mañana accedimos al comedero, ocupando rápidamente los hides mientras Jordi depositaba la comida (ya habíamos recibido instrucciones) y disponiéndonos a la habitual espera. En pocos minutos llegaron los Buitres, la mayoría Leonados, pero también algunos Negros, y algo más tarde hicieron su entrada los Quebrantahuesos. La emoción para mí era indescriptible: la primera vez que veía un Quebrantahuesos tan cerca; y además, la primera vez que lo veía posado. Y por si fuera poco no había uno, sino dos. Mis primeras fotos de Quebranta estaban en el bote. En este viaje tenía previsto ir acompañado de un par de amigos que por distintas causas se descolgaron al final, así es que no se me ocurrió mejor idea, ni mayor maldad, que enviarles un sms de un Quebranta en la pantalla de mi cámara. Su mensaje con la correspondiente respuesta fue casi instantáneo, como era de esperar. Quedaba mucho día, y cabía esperar que los Quebrantahuesos bajaran de nuevo, y así fue, pero además hicieron multitud de pasadas frente a nuestro hide, lo que nos permitió sacar buena cantidad de imágenes en vuelo, algunas de ellas con el 70-200.





Al final de la jornada nuestros vecinos decidieron que, siendo esa su primera sesión de hide hasta el momento, ya tenían bastante, pero el amigo Enrique y yo decidimos repetir al día siguiente, usando el otro hide. En esta ocasión, al no haber comida para los buitres, como cabía esperar estos no hicieron acto de presencia, pero sí había comida de sobra para los Quebrantas, que en definitiva eran lo que nosotros buscábamos. Desoyendo los consejos de Jordi, que nos recomendaba entrar de nuevo a mitad de mañana, estábamos en el hide con las primeras luces, con la esperanza que entraría algo (esa esperanza que el fotógrafo nunca pierde), pero al final nos dimos cuenta de nuestro error. La verdad es que los Quebrantas se hicieron un poco de rogar, y que llegamos a temer que no aparecieran, pero finalmente, casi a medio día, empezaron a hacer acto de presencia, y aunque en menor cantidad que el día anterior, nos hicieron disfrutar de nuevo de una magnífica jornada.





A media tarde Jordi fue a sacarnos del hide, culminando así una magnífica serie de carroñeros. No obstante las sesiones fotográficas de mi viaje no habían terminado, pues de regreso aún me quedaba un segundo intento con el Azor en Zaragoza, pero eso ya está contado.

He quedado muy contento y muy satisfecho con este viaje, con las imágenes que conseguí, y sobre todo con los buenos ratos en compañía de gente estupenda. Cosas que ultimamente valoro mucho.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Azor Aragones y Carroñeros Leridanos II

La siguiente parte de mi viaje transcurrió en el Pirineo Leridano.



Como indicaba anteriormente, tuve la enorme suerte de que el amigo Enrique me acompañara en el viaje. De entrada, su compañía en los hides para carroñeros ya garantizaba unas sesiones agradables y un aprendizaje seguro, como así fue.













Tras una cena con Carles y Roger, los compañeros de Photologistics, nos encaminamos a su hide de “La Terreta” en completa oscuridad. Una vez allí ayudamos a Roger a depositar la pitanza para el día siguiente, y nos enclaustramos en el hide, donde pasamos la noche gracias a la litera y demás comodidades. La noche fue tranquila, y con las primeras luces pudimos ver la llegada de los buitres.









Desde muy temprano empezamos a fotografiar a los abundantes Leonados, Cuervos y sobre todo a los Milanos Reales que hacían continuas pasadas, y alguna que otra parada, para recoger su parte del festín. Pudimos ver también dos Quebrantahuesos en vuelo, pero no tuvimos la suerte de que bajaran. Dado que en mi archivo de carroñeros este es el único que faltaga, y que por otra parte era el principal objetivo de este viaje, esa primera sesión con solo cuatro o cinco fotogramas en vuelo y bastante lejos podría interpretarse como un fracaso, pero a decir verdad terminé el día pensando en positivo: aunque lejos, tenía mis primeras imágenes de Quebranta, y había gozado de lo lindo con Buitres, Cuervos y especialmente con Milanos. Cuando el guía de Photologistics vino a recogernos hice balance: la jornada había merecido la pena.







Desde el Hide de Photologistics en La Terreta se consiguen grandes aproximaciones.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Azor Aragonés y Carroñeros Leridanos I

Acabo de regresar de un productivo viaje a Zaragoza y al Pirineo Leridano en el que se han cumplido sobradamente mis expectativas fotográficas. La parada en Zaragoza, bien a la ida o a la vuelta, estaban programadas para encontrarme con mi buen amigo Enrique Santos de las Heras y para usar uno de sus hides de rapaces (en concreto el del Azor), pero al final la escala zaragozana fue tanto a la ida como a la vuelta, y además de disfrutar de los habituales buenos ratos con el amigo Enrique, de conocer a su hijo Nacho (que está demostrando ser tan buen fotógrafo como su padre) y de poder disfrutar de una sesión de trabajo de herraje de caballos en compañía de ambos (algo que merece una entrada aparte, y que ya llegará), tuve la gran suerte de que Enrique me acompañara en mi viaje al Pirineo.



Comenzando con el Azor, es la primera vez que hacía un intento a una rapaz con cebo vivo. Bueno en realidad la segunda, pues muchos años atrás intenté algo con un ratón para Aguilucho Cenizo, pero no sólo no resultó, sino que hasta me acusaron de soltar ratones en el campo. Y no había intentado nada parecido porque tenía yo ciertos reparos para usar cebo vivo, aunque ahora veo que más por lo que me imaginaba que por como resultó finalmente. Yo temía ver el miedo en los ojos del animal, y su desesperación al no poder huir cuando se sintiera atacado. Temía ver cómo la presa era devorada con vida (esa experiencia la he vivido con Elanios, a pesar de que capturaban los ratontes en total libertad, pero llegaban al posadero con ellos vivos, y así los devoran mientras se retuercen). Y temía que todo resultara un tanto artificial, con el Azor tan pendiente de mi como de su comida y no quedar satisfecho por el trabajo.



No obstante, sabía que si quería hacer fotos de Azor en libertad, todo pasaba por hacer un intento con cebo vivo, pues con bicho muerto las posibilidades se reducen drásticamente. Así es que me dije a mí mismo que iba a hacer una prueba, y si no era plenamente satisfactoria para mí, no repetiría.



Confieso que el hecho de que la presa fuera una paloma debió ayudar algo. Tanta guerra con esos bichos que invaden todo, y que nos hacen trabajar de lo lindo cada año para acondicionar el sitio de los Primillas y para expulsarlas del Primillar, y sobre todo tras comprobar casi anualmente que destruyen los nidos de Cernícalo Vulgar instalando los suyos encima de los huevos, en unas minas de La Serena, hace que no las tenga precisamente simpatía. Esto puede que no sea excusa para alguna gente, pero no son las únicas razones que tengo, aunque prefiero callarme algunas. Por otra parte en mi primer intento al Azor me pusieron la paloma en completa oscuridad, y cuando empecé a verla un poco pude comprobar que dormitaba plácidamente, por lo que ni se enteró de la llegada del Azor, que la mató en unos instantes (con mucha mayor rapidez de lo que pudiera haber hecho una persona) y que no se puso a comerla hasta mucho después de que hubiera muerto. Vamos, que si no hubiera sido aquella paloma, habría sido cualquier otra presa la que el Azor habría capturado aquella mañana, pero obviamente en un lugar distinto, y por tanto sin fotos para mí. Y lo más seguro es que hubiera sido una presa distinta a una paloma, posiblemente de mayor importancia ecológica. En resumidas cuentas, no resultó dramático ni por ver el miedo del animal, ni por el ataque, ni por la forma y el momento de comerlo, ni mucho menos artificial, desde un hide camuflado a la perfección y con el motivo en ese magnífico posadero y con tan buen fondo como acostumbra a buscar el amigo Enrique. Vamos, que el Azor ni se inmutaba por el ruido de la cámara, y que sus miradas eran más frecuentes hacia un camino relativamente cercano por el que transitaba algún que otro agricultor, que hacia el hide. Por si fuera poco, las palomas que él usa como cebos han recibido tratamiento contra la trichomoniasis y contra otras enfermedades, ofreciendo mayores garantías para la vida del Azor que algunas presas que pudiera capturar por su cuenta. Y para colmo, su utilización durante casi todo el año ofrece a esta pareja una fuente de alimentación suplementaria (algo bastante habitual en distintos programas de conservación de rapaces dirigidos por las propias administraciones) que garantiza en mayor medida su éxito reproductivo.



En ese primer intento acudió la hembra que tanto Enrique como Nacho conocen como “La Quebrantahuesos”, una hembra hija del famoso “Amapolo”, que se ha ganado tan bárbaro nombre por méritos propios, habida cuenta de su fiereza. Hizo su entrada casi sin luz y allí estuvo durante más de una hora, sin intentar llevarse la presa en ningún momento, lo que daba cuenta de su tranquilidad.



Poco después de las nueve de la mañana todo había terminado. Enrique y Nacho nos recogieron en el hide, y aunque quedaba mucho día por delante, la mayor satisfacción consistía en haber hecho el trabajo en la primera hora. Todo un lujo después de conocer el funcionamiento de los hides. Así da gusto. Queda todo el día para ver las imágenes, descansar, hacer turismo o irse de cañas.



De vuelta del Pirineo Leridano (experiencia que contaré en unos días) tuve la ocasión de disfrutar de la segunda sesión de Azor. En esta ocasión estaba solo en el hide. De nuevo la paloma dormida, y yo escudriñando entre la escasa luz, a ver si veía llegar al Azor. El cansancio hizo que bajara la mirada escasamente dos segundos, y cuando la dirigí de nuevo al posadero, allí estaba “Amapolo”. ¡Vaya rapidez y valla sigilo! De nuevo la paloma ni se enteró. En pocos segundos estaba muerta, y el Azor vigilaba los alrededores protegiendo su presa. Lo mismo que en la sesión anterior, no empezó a comer hasta pasados unos minutos, con la presa totalmente muerta, pero a diferencia de entonces las paradas y miradas de recelo en todas direcciones eran bastante frecuentes. Algunas veces fijó su mirada en la dirección del hide, pero no coincidían con la realización de ráfagas ni de otro ruido, y si, la mayoría de las veces su mirada era hacia distintos lados por donde escuchaba algún ruido, o por donde (supongo) veía algún adversario que pudiera robarle su preciada comida; no en vano, al menos tres ocasiones protegió la presa con sus alas.



El Amapolo dio tanto juego como su hija unos días antes, y 58 minutos después de su llegada, saciado de comida, se desplazó hacia un poste eléctrico cercano, y unos minutos más tarde se internó en el bosque.
Sólo días después de las jornadas fotográficas, una vez miradas, remiradas y vueltas a mirar las imágenes, he sido consciente de la fortuna que he tenido, no sólo con la obtención de un gran número de fotografías de Azor, sino con el hecho de poder registrar a hembra y macho en las dos sesiones distintas que tuve la suerte de disfrutar. Pero como uno sabe algo de esto, conviene recordar que la fortuna en este caso es una simple aliada del esfuerzo, y que para que los resultados hayan sido así, era necesario un gran trabajo previo; un trabajo duro y diario, llevado a cabo por mi amigo Enrique Santos y su hijo Nacho, a quienes dedico esta entrada. Un fuerte abrazo para los dos, que sois unos fenómenos.



Más imágenes en mi web: www.bionaturfoto.es

Manuel Calderón.